Aclaraciónde UTOPÍA DE UN LADRILLO SOLO
AN-ATÓMICO, quiero decir: Hombre sin esqueleto, socialmente considerado cosa pequeña o sin importancia. LAURA ORORBIA
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=BS2_RL_CzQc
Según la Real Academia Española
anatomía: 4. f. p. us. Análisis, examen minucioso de algo. 5. f. p. us. Esqueleto, y, por ext., persona flaca.
an-1. (Del gr. ἀν-, forma que toma ἀ-, priv. ante vocal)
átomo: 2. m. Partícula material de pequeñez extremada. 3. m. Cosa muy pequeña.
6º LADRILLO Gentileza de MARÍA R. http://talitakummaria.blogspot.com
"La lección nuclear - Kenzaburo Oe"
Con la lucidez e inteligencia que lo caracteriza, Kenzaburo Oe escribió este artículo que es un llamado a la cordura, a un despertar de la conciencia, antes de que sea demasiado tarde....Un texto claro, preciso, contundente, pleno del sentido que más falta: el sentido común
Por casualidad, el día anterior al terremoto escribí un artículo que fue publicado unos pocos días más tarde, en la edición matutina del Asahi Shimbun. El artículo era acerca de un pescador de mi generación que había estado expuesto a la radiación en 1954, durante las pruebas de la bomba de hidrógeno en el atolón de Bikini. Escuché por primera vez acerca de él cuando tenía diecinueve años. Más tarde él dedicó su vida a denunciar el mito de la disuasión nuclear y la arrogancia de quienes abogaban por ella. ¿Fue una especie de presentimiento sombrío lo que me llevó a evocar a ese pescador en vísperas de la catástrofe? También había luchado contra las plantas nucleares y el riesgo que representan. Durante mucho tiempo he contemplado la idea de observar la historia reciente de Japón a través del prisma de tres grupos de gente: los que murieron en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los que fueron expuestos en las pruebas de Bikini y las víctimas de accidentes en centrales nucleares. Si se considera la historia japonesa a través de estas historias, la tragedia es evidente. Hoy podemos confirmar que el riesgo de los reactores nucleares se ha hecho realidad. Como sea que termine este desastre –y con todo el respeto que siento por el esfuerzo humano empleado para contenerlo– su significado no es para nada ambiguo: la historia japonesa ha ingresado en una nueva fase y una vez más debemos mirar las cosas a través de los ojos de las víctimas del poder nuclear, de los hombres y mujeres que han probado su coraje con sufrimiento. La lección aprendida del actual desastre dependerá de que quienes lo sobrevivan decidan no repetir sus errores.
Este desastre une, de forma dramática, dos fenómenos: la vulnerabilidad de Japón ante los terremotos y el riesgo representado por la energía nuclear. El primero es una realidad que este país ha tenido que enfrentar desde el amanecer de los tiempos. El segundo, que muchos creen podría ser más catastrófico que el terremoto y el tsunami, es obra humana. ¿Qué aprendió Japón de la tragedia de Hiroshima? Una de las grandes figuras del pensamiento japonés contemporáneo, Shuichi Kato, que murió en 2008, hablando de bombas atómicas y reactores nucleares recordó una línea de El libro de la almohada, escrito hace mil años por una mujer, Sei Shonagon, en la que la autora evoca “algo que parece muy lejano pero de hecho está muy cerca”. El desastre nuclear parece una hipótesis distante, improbable; pero la posibilidad está, de cualquier modo, siempre entre nosotros. Los japoneses no deberían pensar en la energía nuclear en términos de productividad industrial; no deberían obtener de la tragedia de Hiroshima una receta para el crecimiento. Como los terremotos, tsunamis y otras calamidades naturales, la experiencia de Hiroshima debería grabarse en la memoria humana: y fue una catástrofe mucho más dramática precisamente porque la hicieron los hombres. Repetir el error al exhibir, mediante la construcción de reactores nucleares, la misma falta de respeto por la vida es la peor de las traiciones posibles a las víctimas de Hiroshima.
Yo tenía diez años cuando Japón fue derrotado. Al año siguiente fue proclamada la nueva Constitución. Durante los años siguientes me pregunté si el pacifismo escrito en nuestra Constitución, que incluía la renuncia al uso de la fuerza y, más adelante, los Tres Principios No Nucleares (no poseer, manufacturar ni introducir en el territorio japonés armas nucleares) era una representación precisa de los ideales fundamentales del Japón de posguerra. Y así sucedió: Japón ha reconstituido progresivamente su fuerza militar y acuerdos secretos firmados en los años ’60 permitieron a los Estados Unidos introducir armas nucleares en el archipiélago, dejando sinsentido aquellos tres principios. Los ideales de la humanidad de posguerra, sin embargo, no han sido completamente olvidados. Los muertos, que nos vigilan, nos obligan a respetar esos ideales, y su memoria nos previene de minimizar la perniciosa naturaleza del arsenal nuclear en nombre del realismo político. Somos opuestos. Allí reside la ambigüedad del Japón contemporáneo: es una nación pacifista refugiada bajo el paraguas nuclear de los Estados Unidos. Uno espera que el accidente en la central de Fukushima permita a los japoneses reconectarse con las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, reconocer el peligro del poder nuclear, y ponerle un fin a la ilusión de la eficacia de la disuasión por la que abogan las potencias nucleares.
Cuando llegué a la edad que comúnmente se considera madura, escribí una novela llamada "Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura". Ahora, en los últimos años de mi vida, estoy escribiendo una novela final. Si consigo sobrevivir a la locura actual, el libro que escribo comenzará con la última línea del Infierno de Dante: “Y después salimos para ver una vez más las estrellas”.
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¿Cuántas veces oímos este último tiempo traer a colación a Chernobyl en el desastre de Japón?
¿Cuántas veces tomamos profunda conciencia de lo que significó Chernobyl en la realidad de miles de seres humanos?
¿Cuántas veces nos preguntamos si es justo que la humanidad esté sentada sobre bombas de tiempo?
Como dice Kenzaburo Oe: "algo que parece muy lejano pero de hecho está muy cerca"
El video es fuerte, pero no es una película, es realidad, y una realidad que nos atañe a todos los seres humanos, porque todos estamos expuestos a que algo así nos suceda mientras sigamos jugando con fuego.
El hombre no entiende, no aprende, olvida, olvida, olvida
Ellos no, las víctimas jamás podrán olvidar
Etiquetas: Actualidad, OPINION, Reflexión
UTOPÍA DE UN LADRILLO SOLO Agradece la autorización y el generoso aporte, e invita a ud. a visitar a MARÍA R. en su blog
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